Durante estos últimos meses quienes vivimos en el callejón interandino hemos estado expuestos a los elevados niveles de radiación ultravioleta. Según las autoridades respectivas y expertos en el tema, aconsejan seguir las indicaciones que señalan tener precauciones en cuanto a la exposición al aire libre.
En caso de ser necesario hacerlo, se debe utilizar protector solar, buscar ubicarse bajo la sombra, cubrir la cabeza con sombreros o sombrillas, proteger los ojos con el uso de gafas y utilizar ropa que cubra por completo el cuerpo.
Los rayos ultravioleta causan que la piel se queme, provocando dolor, enrojecimiento e hinchazón. Dependiendo de la severidad de la quemadura, la piel dañada y muerta puede descarapelarse para hacer espacio para las nuevas células de piel.
Aunque los síntomas de las quemaduras solares pueden desaparecer después de varios días, el daño en tu piel permanece. La exposición al sol tan intensa como para causar una quemadura puede dañar incluso el ADN de las células de la piel y provocar cáncer.
En el campo espiritual son tan numerosos los peligros que nos amenazan mientras estamos de camino hacia la gloria, que precisamos de una vigilancia continua para no caer.
Muchos caen en la fuerte exposición porque piensan que son lo suficiente fuertes para resistir al mal sin huir de él. Sin embargo, no han apartado los ojos del mal, y el resultado es que han sucumbido a la tentación.
Es preciso una sólida protección que nos garantice el equilibrio espiritual y afectivo que sólo la dependencia de Dios nos ofrece. No deberíamos descuidar nuestra salud espiritual so pena de ser presas fáciles de la exposición al pecado.