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¿PUEDO DESCIFRAR LA VOLUNTAD DE DIOS PARA MI VIDA?

¿PUEDO DESCIFRAR LA VOLUNTAD DE DIOS PARA MI VIDA?

En mi caminar con el Señor, esta ha sido una de las preguntas más difíciles y estresantes de mi vida cristiana. ¿Cómo sé si estoy en el lugar en el que Dios quiere tenerme? ¿Qué tal si me equivoqué en algún punto de mi pasado y actualmente estoy pagando las consecuencias de no haber sabido discernir la voluntad de Dios? Les confieso que de vez en cuando me vienen luchas, especialmente cuando pienso que pude haber estudiado alguna carrera que me produzca estabilidad económica… pero no… ¡estudié teología! Y me he preguntado si tal vez «metí la pata» y pasaré el resto de mis años sufriendo por no haber tomado la decisión correcta.

Pero ¿qué dice la Biblia acerca de la voluntad de Dios? Para comenzar, podemos definir la voluntad de Dios como Su control soberano de todas las cosas que suceden. Esto parecería fácil de entender, pero en nuestra mente se produce un cortocircuito cuando vemos que en el mundo (y en nuestras vidas) ocurren cosas que no se alinean tan bien con lo «bueno, agradable y perfecto» que debería ser parte de la voluntad de Dios. Veamos qué nos enseña la Escritura sobre esto.

 

1. La voluntad de decreto o soberana de Dios.

Se refiere al plan soberano de Dios que se llevará a cabo en el futuro. El decreto de Dios significa que Él ordena soberanamente todas las cosas. Él controla totalmente lo que ocurre en el mundo. Nada puede obstaculizar los planes de Dios. Tanto la historia como nuestras vidas personales avanzan hacia el destino que Dios quiere. Esta verdad es claramente visible en pasajes como:

Job 42:1-2: «Entonces Job respondió al Señor: “Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado”».

Daniel 4:35: «Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra. Nadie puede detener Su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?”».

Salmo 115:3: «Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place»

Efesios 1:11: «También en Él hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de Aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad».

 

2. La voluntad de deseo o de la dirección de Dios

La voluntad de deseo o la dirección de Dios se refiere a Sus mandamientos, es decir, cómo Él quiere que vivamos. Mediante la voluntad de deseo, conocemos lo que Dios espera de nosotros. La Escritura no diseña un plan individual para cada uno de nosotros, sino que ofrece una visión universal de la voluntad del Señor para todos los creyentes. Su voluntad es lo que Él nos ordena a hacer. La Ley del Señor se resume en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo (Mateo 22:37–40).

La voluntad de decreto de Dios es algo que hacemos inevitablemente, pero la voluntad de deseo podemos cumplir o no. Un ejemplo lo vemos en Mateo 7:21, cuando Jesús asegura: «No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos». Aquí vemos que no todos hacen la voluntad del Padre.

 

¿Y qué de la voluntad «permisiva»?

Normalmente, el término «permiso» sugiere que ha habido una autorización positiva. Si decimos que Dios «permite» el mal, eso no significa que Él lo apruebe. Dios nunca permite el pecado en un sentido de aceptación para Sus criaturas. A lo que se refieren quienes usan este término es que Dios simplemente deja que estas cosas sucedan, es decir, no interviene directamente para evitar que sucedan. Y aquí es donde se encuentra el peligro, puesto que algunos consideran que Dios es impotente para lidiar con el pecado de la humanidad.

Según esta cosmovisión, el ser humano es soberano, no Dios. El rol de Dios queda reducido al de un Padre desamparado que ya hizo todo lo que podía y que ahora solo le queda sentarse a esperar lo mejor. Él permite lo que no puede evitar porque no tiene el poder soberano para ello. Según R. C. Sproul, esta terrible cosmovisión no es simplemente una visión defectuosa del teísmo, sino que más bien es una expresión directa de ateísmo.

 

¿Y eso que tiene que ver con mi vida?

Hay cosas de la voluntad de decreto de Dios que nunca podremos conocer (Deuteronomio 29:29), por ejemplo, por qué hay sufrimiento e injusticia o por qué suceden tragedias. Lo único que sabemos es que Dios tiene un propósito para todo lo que trae a nuestras vidas y al final veremos la culminación de Su gran plan redentor. Anteriormente veíamos que tanto la historia como nuestras vidas personales avanzan hacia el destino que Dios quiere. Esta es una buena noticia porque lo que el corazón de Dios anhela es redimir, sanar y hacer nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:1–5).

Lo que nos concierne es lo que Dios sí nos ha revelado. ¿Cómo sé cuál es la voluntad de Dios para mi vida? Está descrita explícitamente en la Escritura: «Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación» (1 Tesalonicenses 4:3). No hay más vueltas que darle.

Es verdad que lo que quisiéramos saber son cosas más puntuales: con quién quiere Dios que me case, qué carrera debo seguir, en cuál iglesia debo congregarme, etcétera. Tal vez la Biblia no dice exactamente la respuesta, pero sí nos da directrices en las que debemos basarnos para tomar decisiones. Por ejemplo, la Palabra dice que no debemos unirnos en yugo desigual. Eso ya nos da algunos parámetros al momento de elegir pareja. Como principio general, tenemos que buscar a Dios para que nos dé sabiduría (Santiago 1:5), y tomar decisiones considerando honrar a Dios con todo lo que hacemos.

Dios no tiene un plan confuso que debemos descifrar para que nos vaya bien en la vida. Su plan para nuestras vidas incluye altos y bajos para hacernos más como Jesús (Romanos 8:28-29). Recordemos que la voluntad de Dios para Jesús incluía el sufrimiento para un propósito aun más glorioso (Lucas 22:42). Entonces, confiemos en la bondad del Señor al pensar en la voluntad de decreto de Dios y enfoquémonos en cumplir con Su voluntad revelada en Su Palabra, en la obediencia, con el poder del Espíritu Santo, para la gloria de Dios.

 

ESCRITO POR: María del Carmen Atiaga

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15 julio, 2021

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