Todos tenemos un pasado lleno de momentos agradables, difíciles, confusos, o complicados de clasificar. Curiosamente los momentos del pasado que tenemos más frescos y casi no podemos olvidar son los que nos causan amargura, dolor y vergüenza. Todos esos momentos que quisiéramos hacer ‘Control Z’.

Los recuerdos amargos pueden ser por acciones nuestras o de los demás. Son cosas que van marcando nuestras vidas, pero que no nos limitan en nuestras acciones presentes ni futuras si aprendemos a sobrellevarlas a través de decisiones como el perdón.

Reconocer y aceptar que tanto nosotros como quienes nos rodean somos personas llenas de defectos. No importa que tan atractivas nos parezcan o que tan perfectas parezcan sus vidas.

Debemos tener presente que todos vamos a fallar en algún momento de la vida.

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

(I Juan 1:8-10)