Haz gárgaras, un clásico que no falla

Como en tantas otras cosas, nuestras abuelas tenían razón. Hacer gárgaras varias veces al día con agua tibia con sal permite que ésta absorba el agua de las células de la membrana mucosa, las cuales se encuentran inflamadas durante el constipado.

Basta con media cucharada de sal en un vaso de agua. Medio minuto es más que suficiente.

Elige sopa de primero

Y si es de pollo, mejor. Aunque cualquier caldo calentito te va a ir bien, los expertos recomiendan especialmente la de pollo, vegetales o la de carne de vaca.

Las sopas que no te convienen son la de tomate, excesivamente ácida, o las que contienen lácteos, que aumentan la producción de mucosidad.

Saborea una cucharada de miel

Tómala como si fuera un caramelo. Deja que repose en la parte posterior de la boca. La miel es un eficaz antiséptico, es decir, ayuda a combatir las enfermedades infecciosas destruyendo los microbios que las causan.

Recuerda que los niños menores de un año no pueden tomar miel, ya que puede contener la bacteria Clostridium botulinum que provoca la aparición de botulismo en los bebés.

Ponte un paño caliente

Además de ser sumamente agradable, unos paños calientes pueden mejorar la circulación en la garganta y ayudar a que esta se desinflame.

Humedece un trapo con agua caliente, escúrrelo y colócalo sobre la garganta para que haga efecto.

El calor hará que los vasos sanguíneos se dilaten y ayudará a que los músculos se relajen, lo que reducirá el dolor.

Usa un humidificador

La humedad te ayudará a aliviar las molestias, pero el aparato que elijas debe ser de vapor frío.

Es fundamental que cuides mucho su limpieza, su mantenimiento, para que nunca se concentren microorganismos en su interior.

Si no dispones de uno, puedes hacer vahos de eucalipto tapándote la cabeza con una toalla y procurando respirar por la boca.