Una de las lecciones más duras de mi vida ha sido decir “no”. Asumir retos y responsabilidades siempre trae su cuota de nervios, de riesgo, de duda, pero decir no a algo que queremos es realmente difícil.
¿Cuántas veces te has aferrado a algo hasta el punto de la obsesión sin las agallas para decir “no más”? Somos expertos en hacernos daño y culpamos a otros de lastimarnos. Nos olvidamos que nosotros permitimos que las situaciones o personas nos hagan daño.
Muchas veces nos detiene el miedo al vacío, porque estamos acostumbrados a mirar a esa persona, ese lugar, aquel hábito. Lidiar con una pagina en blanco puede ser muy difícil.
Hay que tener valentía para renunciar a algo que no te hace bien.
- “Es que ella es la mujer para mi”.
- “Es que es el trabajo de mis sueños”.
- “Es que, quitando los gritos y los insultos, es el mejor hombre”.
- “Es que no puedo ni quiero olvidar lo que vivimos”.
- “Es que así es mi carácter, así nací y así me he de morir”.
- “Es que el dolor que me provocó no lo dejaré ir jamás”.
Hay cosas a las que debes renunciar. Mejor ahora, antes de que te hagas más daño.