Hay momentos en los que la vida parece detenerse y todo a nuestro alrededor se tambalea. Nos sentimos confundidos, sin entender lo que pasa ni cómo seguir. Max Lucado lo expresa con tanta claridad en Saldrás de esta: “Las calamidades pueden dejarnos desequilibrados y confundidos.” Sin embargo, en medio de ese desequilibrio, la historia de José nos recuerda una verdad que nos sostiene: Dios sigue estando en control. “Dios precedió el hambre. Dios sobreviviría a la hambruna. Dios estaba por sobre todas las hambrunas.” Así como José, también nosotros podemos recordar que, aunque no podemos controlar la crisis, sí podemos confiar en Aquel que está por encima de ella.
Max nos enseña que “no siempre una crisis dramática demanda una respuesta dramática.” A veces queremos soluciones inmediatas o señales extraordinarias, pero la fe muchas veces se manifiesta en lo sencillo, en la constancia diaria, en mantenernos firmes mientras confiamos en que Dios está obrando. “José alcanzó el triunfo con un plan tranquilo y metódico.” Esa también puede ser nuestra historia: no la del milagro espectacular, sino la del corazón que persevera. Y cuando las preguntas nos superan, recordamos lo que dice la Palabra:
- Mis caminos son más altos que sus caminos, y mis pensamientos más que sus pensamientos” (Isaías 55:9).
Aunque no comprendamos todo, podemos descansar en la certeza de que Dios sí sabe lo que está haciendo.
El título de este capítulo 14—“Mantén la calma y sigue adelante”— nos invita a una fe activa y confiada. “Hay cosas que no puedes controlar, pero puedes elaborar una estrategia”, dice Lucado. Podemos orar, pedir dirección, buscar apoyo y actuar con sabiduría. Como enseña Nehemías: “Oramos a nuestro Dios y… pusimos guarda” (Nehemías 4:9). No se trata de quedarnos quietos esperando que todo se resuelva, sino de avanzar con fe, haciendo lo que está en nuestras manos y confiando en que Dios hará lo demás.
En medio de las pruebas, no dejemos que la crisis nos paralice, ni permitamos que la tristeza o el miedo nos dominen. Dios no ha perdido el control de nuestra historia. Él está obrando, incluso cuando no lo vemos ni lo entendemos.
Por eso, respiremos, oremos y demos el siguiente paso con esperanza. Mantengamos la calma y sigamos adelante. Porque con Dios a nuestro lado, también nosotros saldremos de esta.
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