A veces la vida nos sacude. Nos deja sin entender mucho. Y como dice Max Lucado: “La vida nos pone a todos al revés. De eso no escapa nadie.” Pero en medio de ese caos, hay algo que no cambia: Dios sigue obrando
José lo vivió así —sus hermanos lo traicionaron, fue vendido, olvidado—, pero al final pudo decir:
- Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien.” (Génesis 50:20)
Esa frase resume una verdad poderosa: Mal. Dios. Bien. Es el patrón de la gracia. Lo malo llega, Dios entra en escena… y de pronto, lo imposible se vuelve en redención.
A veces miramos nuestro propio dolor y dudamos. Nos preguntamos si este “pozo” en el que caímos tiene salida. Pero Max hace una pregunta que desplaza a la desesperanza: “¿Crees tú que hay algún mal más allá del alcance de Dios? ¿Que Él puede redimir cada pozo, incluyendo ese en el que te encuentras ahora?” Y ahí entendemos que el tamaño de nuestra fe no depende de lo grande que sea el problema, sino de lo grande que es nuestro Dios.
La cruz fue la escena más oscura de la historia, pero la resurrección de Cristo fue el amanecer más glorioso. “Con Jesús, lo malo se transformó en bueno como la noche se torna en día.” Lo que el enemigo quiso usar para destruir, Dios lo usó para salvar. Y eso sigue siendo verdad hoy. No hay lágrima desperdiciada, ni herida fuera del alcance del amor de Dios.
Así que no nos rindamos. No dejemos que el pozo se convierta en cementerio de esperanza. Dios sigue escribiendo. Como dice Max Lucado:
“Confía en Dios. Mejor, REALMENTE confía en Él. Te hará salir de esta. Dios hará salir algo bueno de este entredijo. Es su trabajo.”
Y si ese es su trabajo… entonces lo nuestro es confiar, esperar y seguir caminando, porque al final, de la mano de Dios siempre, siempre saldremos de esta.
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