Desenrollando la madeja de historias de HCJB me encontré con una historia de un pastor que usó para bien una situación un poco incómoda que se suscitó en su congregación.
Un día el pastor Jaime Ponce se reunió con un grupo de muchachos de la iglesia y organizaron un evento donde los jóvenes tenían el compromiso de llevar a otros chicos que no conocieran del mensaje de Jesús y así lo hicieron. Llegado el día del evento especial todo marchaba bien, cuando de repente cuatro muchachos de los asistentes, comenzaron a silbar estorbando la reunión.
Uno de los ujieres o personas que apoyan en el desarrollo de la reunión, se les acercó y los hizo salir al pasillo, donde no pudieron escapar de las miradas de reprobación de todo el mundo, pero eso no quedó allí. Ellos estaban esperando que se acabara la reunión para el jalón de orejas respectivo por parte del pastor. Pero eso no ocurrió así…
Quédate conmigo para saber el desenlace de esta historia desde el estante de HCJB. Escucha muy bien esta interpretación porque nos da una pista para resolver la historia que te estoy contando.
Cuando el pastor Ponce se presentó ante los muchachos revoltosos, sonrió y les dijo: Chicos, mi esposa, si ustedes aceptan, les enseñará unos hermosos himnos, aprovechando su estupendo talentoso arte y así podrán ayudarnos en los cultos junto al grupo de alabanza, ¿aceptan?
Los jóvenes muy avergonzados, no tuvieron otra alternativa que aceptar. Una semana más tarde, los chicos, muy satisfechos, lucían en las reuniones de la iglesia sus facultades silbatorias, y claro, muchos acudían a estos servicios por la novedad de ver a los jóvenes silbar los himnos.
Esto nos muestra cómo la pasión, amor y paciencia de un hijo de Dios puede ganar la batalla al enemigo.