Lo primero que quiero decirte es que me alegro de que respondieras “sí” cuando papá y mamá te preguntaron si querías tener un hermanito o una hermanita. Es una pregunta que a mí me parece un poco peliaguda, porque uno siempre suele esperar ilusión, sonrisas y un gran sí de su hijo pero, ¿y si dice que no? ¿Y si responde que no quiere tener un hermano?

En fin, que en tu caso no hubo problema, porque dijiste que sí! Y te agradezco por ello.

Quiero explicarte que dentro de un par de meses mamá empezará a quejarse de que le va doliendo la barriga y te explicará que “ya vengo”, o sea, que ese día naceré. Mamá y papá, seguramente, se irán al hospital para que yo nazca ahí, como también lo hiciste tú (algunos padres no lo hacen así, sino que lo hacen en casa). El caso es que ese día te quedarás con los abuelos, hasta que mamá y papá llamen para decir que puedes venir a conocerme.

Entonces irás al hospital, entrarás a la habitación y allí verás a papá con cara de cansado, pero con una sonrisa enorme, que te cogerá en brazos y te dará unos cuantos besos a la vez que te explicará que ya estoy aquí, con mamá. Me encontrarás con ella, más cansada aún, quizás dormido o quizás cogido a su pecho y papá te acercará para que me veas.

Te aviso ahora, aunque probablemente la pequeña decepción te la lleves igual: seré pequeño, muy pequeño. A ti lo de tener un hermanito te hacía gracia por eso de poder jugar con otro niño como tú, poder correr a su lado y compartir momentos, pero de repente te darás cuenta de que el hermanito es incapaz de hacer todo eso. Dame tiempo, creceré como tú lo has hecho y compartiremos juegos, alegrías y penas (y en los primeros años las penas serán unas cuantas, porque nos costará ponernos de acuerdo en muchas cosas).

Podrás acariciarme, pero te dirán que con cuidado, porque “soy muy pequeñín”. También te convertirás pronto en un buen ayudante para mamá y papá, ya que harán lo posible para integrarte en ese nuevo equipo: mamá-papá-hermanito que se acabará de crear, desconocido para ti, pero no necesariamente negativo, aunque sí bastante necesario. Es una relación que se creó también contigo, cuando eras pequeño.

Puede que en algunos momentos cueste, puede que no lo lleves muy bien. Lo entiendo, y lo siento, por la parte que me toca, pero tranquilo, que papá y mamá lo entenderán también. Habrá momentos en que te quejes, en que llores, en que te comportes como hacía tiempo que no lo hacías y es lógico, porque será la manera de hacer ver a papá y mamá que tú también les necesitas todavía y mucho. No quiero con esto decirte que tengas que hacerlo siempre, pero sí cuando sientas que lo necesitas, sí cuando no sepas cómo explicarles que tú también quieres que te hagan caso, sí cuando quieras saber hasta qué punto ellos te siguen queriendo “mucho, muchísimo”.

Voy a crecer, empezaré a jugar contigo, romperé una que otra cosa, te enojarás una que otra vez; pero tengo la confianza que la nuestra será una relación maravillosa, eso es lo que siempre escucho decir a mamá y papá.

Desde ya te amo, tanto, que me fijaré muchísimo en ti para aprender a vivir. Te seguiré allá donde vayas, te acompañaré en los juegos aún cuando no lo esperes y te imitaré en muchas cosas, como formando equipo, incluso en las cosas que molestan a mamá y papá. Será nuestra relación especial, nuestro punto de encuentro, serán esas cosas en común que sólo tú y yo entenderemos, porque sólo tú y yo seremos hermanos. Te veo pronto. Te amo.

 

Tomado y adaptado de: Bebés y más/web