Es época de vacaciones para la mayoría de nuestros niños y se baraja una serie de actividades para hacer con ellos. La lectura es sin duda una estupenda idea, más aun cuando un grupo de investigadores estadounidenses realizaron escáneres cerebrales a niños en edad de preescolar mientras se les contaban historias. Descubrieron así una mayor actividad neuronal en determinadas áreas cerebrales, en aquellos pequeños a los que se leía mucho en sus casas. Las áreas, relacionadas con el procesamiento semántico y la formación de imágenes mentales, resultan imprescindibles para un óptimo desarrollo lingüístico y, en consecuencia, para un buen rendimiento académico a edades posteriores.
Aunque diversas investigaciones han sugerido que los niños que viven en núcleos familiares sin recursos económicos están menos preparados para comenzar las clases en el colegio, el estudio demuestra que esta circunstancia se puede paliar a través de la lectura en los primeros años de vida.
La Biblia es una herramienta muy eficaz para este propósito ya que posee un mensaje tan sencillo que hasta un niño de tres años puede entenderlo.
Muchos de sus pasajes pueden servirnos para enseñar a los más pequeños que la desobediencia a Dios nos aparta de su presencia, y por eso necesitamos ser reconciliados a través de Jesús, quien es el camino, la verdad y la vida.
La misma palabra de Papá Dios dice: Instruye al niño en el camino que debe andar, Y aun cuando sea viejo no se apartará de él”.